Agresión física

En un partido de fútbol profesional, se produjo un hecho muy grave cuando un jugador, que ya había sido expulsado del campo, volvió durante una interrupción y agredió violentamente a otro futbolista, dándole una patada por la espalda. Esta acción no fue un accidente ni una jugada del partido, sino una agresión intencionada y fuera de lo que se considera normal en el deporte. Como consecuencia, la víctima sufrió una lesión medular irreversible que le dejó en silla de ruedas y totalmente dependiente.

El caso llegó a los tribunales y estos condenaron al agresor por un delito de lesiones agravadas. El Tribunal Supremo (TS), al revisar el caso, confirmó la condena y, además, decidió aumentar la indemnización que debía recibir la víctima, teniendo en cuenta la gravedad de las secuelas y la necesidad de adaptar su vida a la nueva situación.

El TS explicó que, aunque en el deporte existen riesgos y los jugadores pueden lesionarse, esto solo se acepta cuando ocurre dentro de la propia actividad deportiva, no cuando hay una agresión dolosa y premeditada. Además, el tribunal recordó que los organizadores de eventos deportivos tienen la obligación de prevenir este tipo de conductas violentas y, por no hacerlo, la asociación organizadora fue considerada responsable civil subsidiaria. La justicia ha querido dejar claro que la violencia intencionada no tiene cabida en el deporte y que las víctimas deben ser protegidas y compensadas adecuadamente.

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